28 de Julio 2016 - 195 años de Independencia

El 28 de Julio de 1821,  San Martín pronunció las siguientes palabras: “Desde este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la Patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!”.
Con esta proclamación se iniciaba una nueva etapa en nuestra historia, la vida independiente, libres de la larga dominación española que duró casi 300 años. Aunque el virrey José de la Serna había trasladado su gobierno al Cusco y aún contaba con importantes tropas en la sierra, el derrumbe del Virreinato era irreversible. San Martín asumió el mando del Perú libre y durante un año intentó expulsar a los españoles. Esta tarea fue completada por Simón Bolívar en 1824.
Para los peruanos el 28 de julio es día de fiesta patriótica. Desde inicios del mes de julio se realizan variadas actividades conmemorativas en las instituciones educativan y al día siguiente (29) se realiza un gran desfile cívico militar donde asisten las autoridades y el pueblo. 





En el Perú Tenemos Bailes Típicos que representan parte de su historia..
Hoy nos ocuparemos de " LOS AVELINOS"
 
Entre Concepción y Huancayo, en la margen izquierda del río Mantaro, se encuentra el pueblo de San Jerónimo de Tunán, cuyo Patrono es San Roque y sus festividades se celebran a partir del 16 de agosto de cada año.
Dentro del marco de la guerra de Chile contra el Perú, la documentación histórica y la tradición oral, refieren que cuando el general  Andrés Avelino Cáceres Dorregaray se encontraba en el valle, en agosto de 1882, se le presentó el coronel Melchor Gonzáles Santibáñez, junto a varios de sus paisanos quienes formaron el Batallón San Jerónimo Nº 10, con un efectivo de 440 hombres.
Causales de la guerra determinaron que las tropas de Cáceres iniciasen una larga marcha al norte del país, para unirse con las del coronel Miguel Iglesias acantonado en el departamento de Cajamarca. La marcha fue muy áspera y penosa, debido a la proximidad de la tropas enemigas, lo que  obligaba a seguir caminos pocos frecuentados, e inclusive a través de alturas nevadas.
Cáceres hizo que todos los combatientes poseyeran su mismo temple. De allí el prodigio de tan larga caminata, propia de los infantes, sobre riscos, serranías bravas, con nieve, lluvia, frecuentemente sin alimento alguno, con solo un poco de coca, hoja sagrada que no era droga ofuscante, sino apoyo para los grandes esfuerzos; para caminar sin cansancio, para descansar sin dormir, para comer poco y resistir mucho y para trabajar por más y más horas, sin fatiga y sin desesperación. Pocos son los ejércitos del mundo, que como el del general Cáceres, pueden exhibir con orgullo las increíbles proezas de sus soldados.
Al llegar a Huamachuco, se planteó el enfrentamiento contra el enemigo, llevado a cabo el 10 de julio de 1883; en un primer momento nuestras tropas avanzaron en forma avasalladora, logrando escalar las posiciones adversarias.   Lamentablemente, la falta de municiones hizo que el triunfo se trocara en derrota.
Luego, los sobrevivientes peruanos marcharon a su lugar de origen, regresando los restos del batallón San Jerónimo por caminos extraviados para no ser apresados por los enemigos. Por ello, se introdujeron en las malezas donde abundan zarzamora con espinas, rompiéndose los uniformes que llevaban, volviéndoseles en harapos. Esta peregrinación duró cerca de un mes.  
El 16 de agosto de 1883, llegaron a su pueblo. Ese día la comunidad se había agolpado en su plaza principal, dando inicio a las festividades en honor a su Patrono. Comparsas de bailantes ingresaban por los cuatro puntos cardinales, cuando arribaron los sobrevivientes de Huamachuco, quienes ingresaron bailando de alegría al llegar a su pueblo de origen y pensando que  les tributaban homenaje, mientras que los lugareños creían que se trataba de una nueva comparsa, ya que aún no reconocían a sus familiares.

Grande fue la emoción de los pobladores al darse cuenta que no era una nueva compañía de bailantes, sino sus parientes quienes volvían de la cruenta guerra. Esas conmovedoras escenas, ofrecidas por los sobrevivientes, impresionaron grandemente a todos los pueblerinos, grabándose hondamente la escena, orgullosos de ser copoblanos de tan heroico tropel.
    Lágrimas, risas, abrazos. Lo anecdótico del caso hizo que  ese día, naciese una nueva danza que se representa en la fiesta en honor a San Roque y  que perdura hasta el día de hoy: ¨Los Avelinos¨, nombre dado por los combatientes de San Jerónimo de Tunán,  en honor al legendario general Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, paladín de la Heroica Campaña de la Breña.

Esta danza, declarada Patrimonio Cultural de la Nación en el 2008, nació aldededor de 1879, cuando los guerrilleros al mando del "Taita" Andrés Avelino Cáceres, marchaban por la sierra pronunciando las palabras de origen quechua “yana” y “jarachamanta”, que significan pie derecho, pie izquierdo, respectivamente.
Es posible observar esta fiesta en los distritos de Huallhuas y San Jerónimo en el mes de agosto, con ocasión de la fiesta en honor a San Roque. En este mes, los avelinos, mendigos vestidos con harapos y fingiendo locura recuerdan una vez más cómo se infiltraron en las filas enemigas hace más de un siglo.
De acuerdo a la tradición oral, los avelinos o “chalaysantos” conformaron el batallón Nº 10 de San Jerónimo. Todos sus integrantes ocultaban su identidad y solo se hacian llamar por apodos, de manera que no pudieran ser descubiertos por el enemigo.
El avelino significa ser valiente, ser guerrillero indomable, ser espía invencible como los montoneros del batallón Nº 10, quienes participaron en la batalla del paraje de Huaychulo en 1882, obteniendo la victoria.
En el mismo año, los avelinos tuvieron participacion en la batalla del Nueve de Julio en Concepción, así como en Tarma, Tambo y Santa Cruz en la batalla de Puca Pachas, al año siguiente.
Siendo San Jerónimo el distrito donde están los forjadores más antiguos de los avelinos, el vestuario es una réplica de los viejos uniformes que usaban los montoneros de aquellos años, elaborados de retazos de tela de colores oscuros. Además, en la espalda cargan una manta vieja donde llevan deliciosos platos típicos, los que eran envueltos con dos o tres mantas para conservarse caliente durante la larga caminata que realizaban.
Los danzantes también llevan una máscara hecha de pellejo o tela, que representa el cansancio y desgaste físico por el que pasaban los valerosos montoneros, pero a pesar de ello, los avelinos danzan dando pasos cortos al ritmo de una música alegre, con un tono satírico en algunos momentos y nostálgica en otros, que es la esencia del espíritu guerrero del “chalaysanto”.



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